martes, 8 de junio de 2010

Sobre "Hoy mi deber fue…"

Transmisión virtual realizada el 5 de abril y el 5 de junio de 2010.

¿Por qué accionar en dos fechas diferentes? ¿Por qué precisamente esas dos fechas?

La performance virtual se propuso poner en evidencia la relación que existe entre los sucesos de Bagua de hace un año y el autogolpe fujimorista de 1992, mediante una acción transmitida en directo que intenta subrayar en el sentido común ambas fechas como parte de un mismo proceso.

Hace diecisiete años, el recién estrenado dictador Fujimori instauro por la fuerza un nuevo modelo económico en el Perú, el neoliberalismo. Las primeras medidas, y sus consecuencias más dramáticas aparecen, ahicito nomas, en la década de los noventa. Diecisiete años después su antecesor, otra vez presidente, no sólo continúa el modelo heredado del dictador sino que lo profundiza y radicaliza. El perro del hortelano, los ciudadanos de segunda categoría y los 34 muertos del baguazo son expresiones y el mejor ejemplo del fundamentalismo económico del las clases dominantes y de un modelo que se perpetúa y agudiza.

Sobre la acción

Parte 1: El encuadre estático en plano de busto, mi rostro mira fijamente al espectador, luego de unos segundos empieza el mensaje a la nación del 5 de abril de 1992 de Fujimori. En respuesta empiezo a pintarme la cara con pintura roja. Me detengo, empieza García su discurso sobre la venta de la selva y la tesis del perro del hortelano. Continúo con el cuello y los hombros. García sigue, me pongo un máscara anti-gas casera (de las aparecidas en los noventas) y salgo del encuadre. FIN de la primera parte.
Parte 2: El encuadre estático en plano de busto, mi rostro pintado de rojo y con la máscara casera mira fijamente al espectador. No hay sonido, cojo una bandera peruana y voy limpiando mi rostro de pintura. Limpio lo que puedo y enseño la bandera que copa todo la toma, manchada de pintura roja.

En Hoy mi deber fue… García y Fujimori comparten espacio, se suceden en el discurso, se amplifican mutuamente y se respaldan históricamente hablando. El discurso duro, oficial desde el poder se enfrenta a la acción “heroica” del ciudadano. El texto invisible pero totalizador que enmarca nuestras vidas, así como en el video, intangible, pero con consecuencia reales en la vida cotidiana de la gente. Ante lo intangible, la respuesta de lo más real, el cuerpo dispuesto, uno mismo. El cuerpo es transgredido conscientemente por la pintura.

La pintura roja es respuesta pero también una cita a la pintura de guerra awajun, pintura que iguala, que diluye las identidades y los fenotipos. Un manifiesto de renuncia. Podríamos decir entonces, todos somos amazónicos. De renuncia para sumir el compromiso de ponerle la cara de frente a un poder estatal que no respeta ni respetó los derechos humanos de sus ciudadanos, que justifica los medios, que nos subestima, que es racista, excluyente y que traiciona su memoria.

No sólo García y Fujimori tiene en común lo ya dicho, la indignación de muchos también es la misma de hace 17 años. Así la acción artística rescata de la memoria el objeto-máscara antigas para traerlo al presente y ser recuerdo de las luchas contra la dictadura, luchas exitosas que lograron su cometido. Como enseñanza del pasado, como lección para no olvidar, como llamado a la acción.

El segundo momento de la performance (transmitida el 5 de junio de este año) no tiene audio, es la tensa calma que sucede a la tormenta. El rostro del guerrero es limpiado, restañado, curado por la bandera peruana. En silencio, con dolor, despacio y con rabia. Nación que no es nación y sí soporte de matanzas. Al final del video, el símbolo patrio aparece sucio de pintura roja ¿de sangre?

¿Acaso no nos enseñan que el color rojo de la bandera representa la sangre de los héroes? Pues será la sangre de los inocentes sobre la que se funda nuestra república, con las mismas acciones de los mismos actores de ambos lados, con el mismo poder que mancha la bandera… ya otros saldrán a las calles a lavarla.

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